De entre los muchos escritores olvidados que han poblado el parnaso literario patrio, he querido hoy rescatar a Rosa Butler que, aunque nacida en Jaén en junio de 1821, pasó gran parte de su vida en el Puerto de Santa María. Se trata de una poetisa muy poco conocida debido, sobre todo, a su escasa producción y a su temprano abandono de la actividad literaria.
Nacida del matrimonio del capitán del ejercito Tomás Butler y de María Dolores Mendieta, fue educada por sus tíos paternos, a causa del fallecimiento de sus progenitores, con los que estuvo viviendo hasta 1841 en Cádiz, trasladándose posteriormente a Puerto Real.
Desde muy jóven sintió una gran inclinación a la literatura, decantándose por la poesía como el género de mayor afinidad a su carácter. Se la considera una gran poeta, a pesar de su escasa producción por su temprano abandono de la actividad, achacada a un precario estado de salud. Su poesía se encuadra en la estética romántica que impera en Europa a lo largo de gran parte del siglo XIX.
Se incia su producción con el poemario titulado La noche y la religión, publicado en Madrid en la imprenta de de Luís García en 1849. Se dan en esta obra una combinación de tópicos románticos, como la noche, con los sentimientos religiosos de la autora. El libro está compuesto por un único y extenso poema dedicado a don Tomás García Luna.. Se sabe que el poema fue redactado en Alcalá de Guadaira el 20 de junio de 1849. Dios y la Creación, escrito en homenaje al primer hijo de Adolfo de Castro y su esposa doña Ana Herrera Dávila, fallecido en 1850 a los cuatro años de edad.
Trabajó también en obras colectivas, como las tituladas Corona poética dedicada a Manuel José Quintana...(Madrid, ed. Rivadeneyra 1855) aportando el poema De patriótico amar sublime rayo..., y El albún de las bellas (Sevilla, 1849) con su poema titulado Las orillas del Guadaira.
Asimismo, se pueden encontrar poemas de Rosa Butler en los medios de publicación de ámbito local, como El Regalo de Andalucía (Sevilla, 1849), La España Literaria (Sevilla, 1862) y El Pensil Gaditano (1857), considerada una publicación feminista dirigida por la fourerista Margarita Pérez de Celís y por María Josefa Zapata. Anteriormente había colaborado en la publicación La Mujer, editada por un grupo de feministas moderadas lideradas por María Tadea Verdejo Durán y que contaba con la colaboración de otras literatas, como María Moreno Nartos, Ángela Grassi, Amelia Fenonollosa, Vicenta Villaluenga, Robustiana Armiño de Cuesta, Venancia López Villa Brile, Ángela Morejón y María Francisca Díaz, de las que también hablaremos en próximas entregas. Además, trás su muerte, se encontró un ensayo épico obra suya, titulado La creación del mundo (Madrid, M. Ginés Hernández, 1883).
Para terminar, he aquí una muestra de la escasísima producción literaria que nos ha quedado de ella, extraído de A la memoria del célebre Utrera. (La Tertulia, N.º 122. 17 de noviembre de 1850, pag. 5-6) :
«Malogrado español, jóven,
capullo tierno de fragante rosa,
arrancado por ráfaga impetuosa
al soltar de tus hojas la primera».
Policarpo