En un Café de Conil, era muy tarde. Me dijo que unas palabras atribuidas a Tales, el presocrático, “todo está lleno de dioses”, le habían inspirado el tema del libro que estaba escribiendo.
“Todo está llenos de dioses, explícame eso”, le dije.
Recuerdo que esa noche llovía, una lluvia callada, que su falda era violeta, negra su bufanda.
Me habló de una isla, de un novelista rumano y de Rafael Berrio, el compositor cantante de San Sebastián.
-Explícame lo de los dioses –insistí.
Entonces me mostró la factura. Había comprado un libro de poema en “La clandestina”, la librería de Cádiz. Recitó cada palabra, cada cifra, de ese documento mercantil como nadie hizo o haría nunca. Cuatro, diez, veinte números, eran versos en su boca.
Un relato de Francisco González Fuentes.