Cuatro años de Córdoba Contemporánea
Siempre he adorado tocar el piano bajo luz de vela.
Comenzaba Ana Belén en “El hombre del piano” que esa era la historia de un sábado.
Nuestra historia, ya en su cuarto aniversario, comenzó también en fin de semana en enero de 2018, no recuerdo si en sábado o domingo pero si estoy seguro de que fue en esos días ya que me hallaba entrenando cuando recibí una llamada telefónica del director de la revista Blanco Sobre Negro, José Manuel Rosario, al cual no conocía en ese momento personalmente.
En dicha llamada me plantea la posibilidad de colaborar como artista multidisciplinar y crítico internacional de arte en un artículo al que pretendía titular “La punta de lanza del arte cordobés” y en el que quería destacar o reseñar la trayectoria de cinco creadores de nuestra tierra, incluido un servidor, instándome a realizar yo la selección.
Cualquiera que me conozca daría por hecho que no iba a rechazar una propuesta así, y conociendo mi nervio supondría que, tal y como hice, comenzaría a llamar inmediatamente uno a uno los que a mi mente llegaban con claridad.
Recuerdo que mi querido y admirado José Manuel Belmonte fue al primero que contacté. Creador de recia escuela, a veces rudo en el trato, como tantas y tantas veces hemos comentado, pero de enorme corazón y sencillez, poseedor de un talento ciertamente inigualable.
A veces pienso que se parece mucho a mí, o yo a él, en el no saber decir que no, por lo que inmediatamente aceptó y se involucró con pasión en este proyecto como en todo lo que emprende.
Seguidamente llamé a María José Ruiz, para mí la excelencia, delicadeza y elegancia no sólo en lo que supone su virtuosismo pictórico sino también en su devenir diario, en su postura y desarrollo personal ante la vida.
Como es habitual en su personalidad se apresuró a realizar ciertas cuestiones para asegurarse y aceptó amablemente.
Acto seguido, no sé en qué orden, llamé a Francisco Vera Muñoz y a Rafael Cervantes.
A los dos los conocía y admiraba profundamente de mi época de jurado en eventos pictóricos, a los dos los vi crecer artísticamente durante años. Fran suponía frescura y juventud, recordemos que es el más joven del grupo, suponía un acercamiento a la representación de lo natural, a la exquisita pincelada a medio camino entre realidad y ensoñación, y Rafa el creador incombustible de alma buena. A veces pienso que no puede parar de pintar, un genio del retrato de visión muy propia y particular. Estoy seguro de que va dejando parte de si en cada obra ya que, como he indicado, Rafa es alma.
Una vez conformado en artículo o la info que me reclamaban desde la redacción de la revista quedamos para realizar la sesión fotográfica para el mismo en Bodegas Campos.
Ese día no sólo se hicieron las instantáneas sino que comenzó a gestarse la posibilidad de unión, de formar un grupo afín como básica respuesta a la necesidad de remover el arte cordobés, de luchar en la creencia de lo colaborativo, de que la unión hace la fuerza, de procurar un renacer cultural en nuestra ciudad como fundamental vía y sustento para generaciones futuras de creadores.
En principio tomamos como sede ese mismo emplazamiento en el que rápidamente llegamos a la conclusión de que el grupo debía ser más plural, más amplio por cuanto la idea era esa, la de abrir campo artístico, una mayor y más amplia referencia de lo que en Córdoba acontecía en ese terreno.
Si es cierto que toda la selección posterior vino no sólo fundamentada en ello sino que principalmente se valoró a la vez la amistad, unión y acercamiento a otros autores ya que consideramos por lógica en un grupo lo más unido y cercano posible, lo más afín para poder consensuar mejor los posibles futuros proyectos.
Y salieron a la palestra muchos nombres. Hay que ver la gran cantidad de grandes artistas que hay en Córdoba.
La cosa estuvo bastante clara por rasgos como ya he dicho de amistad y cercanía, incluso generacional y otros aspectos lógicos.
En esta segunda entrada de componentes se incluyeron, no recuerdo en qué orden, Manuel Castillero, creador de lo real que supone la victoria de la naturaleza sobre lo construido por el hombre, lo metafórico de una visión catastrofista pero con fundamento de vida y esperanza, un maestro de lo rápido, de la calidad del impulso pictórico.
Los hermanos Serrano, José María y Noé, dos autores consecuentes con su idealización del arte, cada uno en su estilo, con líneas y acercamiento al cine ambos pero muy separados a la vez en concepto y tratamiento de lo creado.
Noé tuvo tiempo después, en una batalla de ideas para el nombre del grupo celebrada durante una mini fiesta en mi estudio (de la que algún día contaré el extraño caso de las cervezas abiertas…jeje) el haber dado con el mismo, a él se le ocurrió. Votación unánime, cosa harto difícil después de tropecientas propuestas. Meses más tarde abandonaría el grupo por motivos personales.
José María, escultor de sentimiento y pasión, muy de mundo propio como casi todos nosotros, al que sin lugar a dudas guía el sentimiento del momento en su quehacer y un sustancial gusto por la investigación y lo milimétrico en la elaboración de cada pieza.
Francisco Escalera, un pintor hecho a sí mismo, de una calidad excepcional y consecuente con lo que para él es el camino a seguir. Lo sublime de su obra es bien patente.
Jose Luís Muñoz, maestro del dibujo, maestro en muchos sentidos, muy del gusto de submundos paralelos repletos de fantasía pero cercanos o “metaforizadores” de lo real. Para mí, el más matemáticamente milimétrico de todos, el más concienzudo en su labor, si bien es cierto, que cada estilo requiere diferentes procesos creativos.
Pepe Puntas, el mayor y más pequeño a la vez del grupo, el que con su obra refleja el juego infantil del adulto, la inteligencia del descaro expresivo, la burla social, otra alma buena que se niega a alcanzar la madurez vital que no la artística.
Metas y proyectos llenaban nuestras conversaciones.
Nos mudamos de sede para estar más tranquilos a la emblemática Taberna Fuenseca.
Fran Vera con la ayuda y quehacer de José Luis Muñoz dieron más vida al grupo en forma de logo después de otra batalla de ideas.
A la vez se presentó el grupo y se fue gestando nuestra primera muestra a ser realizada en la International House del Ayuntamiento de Nuremberg, ciudad donde dos años antes había expuesto nuestra compañera María José. ¿Por qué allí? Pues por el gran trato y amabilidad de aquella ciudad hermana, de sus gentes, pero en especial de nuestro querido y admirado Esteban Cuya, un gran apoyo en nuestros principios como grupo, un incansable apasionado de lo cultural y de los derechos humanos.
Si es cierto que nuestra intención era presentar el grupo en nuestra ciudad pero…, algún día también contaremos ese aspecto.
Múltiples anécdotas han acaecido en estos cuatro años, muchas reuniones y visitas, y en honor a la verdad hay que indicar que han sido bastante divertidas o entretenidas.
Un momento muy singular el vivido como invitados en la Gala de las Medallas del Oro al Mérito en las Bellas Artes (no estamos muy acostumbrados a este tipo de actos y nos sobrepasó un poco el síndrome alfombra roja). En pocas ocasiones me he reído tanto en un evento. El acto en si sobrio como es costumbre. Su Majestad el Rey tuvo hasta el sorpresivo detalle de indicar en su discurso que entre los asistentes se encontraba un destacado grupo de artistas cordobeses, todo un honor. Justo después, en el coctel, fue donde nuestra alegría cultural se desbordó (esto ya lo reservo para mis memorias).
Decir que hasta el último asistente a dicho acto estuvo maravillosamente encantador, empezando por sus Majestades (prueba de ello el material gráfico del evento).
No recuerdo en qué momento Félix Ruiz Cardador, periodista de profesión, se unió al grupo como miembro de pleno derecho a pesar de ser el único “no artista”. Si que lo presentó o propuso José Manuel.
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Félix fue el alma mater del gran proyecto “Islas al medio día”, proyecto en el que puso toda su gran profesionalidad y esfuerzo.
Esa, nuestra segunda muestra, no sólo fue un revulsivo artístico para la ciudad, no sólo fue un constante batir de records de visitas y público en Vimcorsa sino que fue un motor para muchos artistas, un creer que otra forma de desarrollarse era posible, una forma de apartar lo negativo que a muchos niveles se vivía desde hacía tiempo en el sector. En general pienso que supuso un enorme granito de arena en esa montaña que debemos construir entre todos.
Una gran apuesta la de Félix, un gran trabajo con no pocos problemas bajo también una gran apuesta del nuevo equipo municipal.
Por dicha muestra pasó lo más granado de la cultura y política cordobesa y como anécdota puedo contar que se clausuró dos o tres días antes por motivo de la pandemia. La mañana de su inesperado cierre me encontraba allí con mi queridísima Trinidad Montero “La Trini” que venía a visitarla. Creo que eran sobre las doce y pico del medio día cuando de repente los vigilantes nos comenzaron a instar a todos los que allí nos encontrábamos a salir rápido con la excusa de un simulacro. He de reconocer que en un primer momento pensé en un aviso de bomba (yo tan optimista como siempre) pero ciertamente fue la orden de cierre por parte de ayuntamiento de todos las instituciones culturales dependientes del mismo o algo así.
Recuerdo con especial cariño que en esos días nuestro admirado gremio de Plateros cordobeses nos realizó un homenaje en el que se nos entregó diploma e insignia. Un acto muy entrañable, un maravilloso gesto entre dos gremios cordobeses estrechamente unidos. Mil gracias Paco Vera por tu afecto y quehacer.
Después del subidón de moral que supuso “Islas al medio día” tocaba reflexionar e intentar crecer, ver posibilidades y proyectos, aparcados en gran parte por la situación sanitaria que vivimos desde hace tiempo a nivel mundial, tocaba y toca afrontar, consensuar, procurar ser dueños de nuestros sueños y destino.
por Francisco Arroyo Ceballos
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