El espejo de la memoria
A pesar de su juventud, la trayectoria poética de Marina Casado es brillante y va ganando enteros en cada una de sus publicaciones. Una de las más relevantes es Otros sabrán de mí, poemario profundo y reflexivo que ha obtenido recientemente el premio Paul Beckett de Poesía. La poesía de esta joven escritora madrileña –docente de Lengua Castellana y Literatura, licenciada en periodismo y doctora en Literatura Española– siempre se ha caracterizado por ese latido interior, que desafía al tiempo y a la muerte e invita al lector a realizar un ejercicio de empatía, utilizando el espejo de la memoria para aquilatar del presente desde un pasado cada vez más lejano y añorado.
“A veces debemos asomarnos a la memoria para recordar quiénes somos”. Con estas palabras, Marina anticipa lo que cada uno de los poemas nos irá revelando con unos versos cadenciosos, que caen como silenciosos copos de nieve en el jardín oculto de la memoria y el olvido. La cita inicial de Emilio Prados, que sugiere el título del poemario, sirve de pórtico a una primera parte –TODO CUANTO SUPE– en la que la nostalgia de la niñez –“Hablo de la niña que un día fui”– se convierte en un Peter Pan que va tejiendo los recuerdos de una niñez feliz, idealizada, en la que “me empeñaba en soñar tus ojos verdes” y como una etapa fugaz que “fue el umbral de un tiempo arrebatado”. No podía faltar en esta primera parte la alusión en “Pisar cristales” a unos versos de uno de sus poetas de cabecera, Luis Cernuda: “unos versos dormidos en el libro de Lengua”.
Precisamente la segunda parte –DESTIERROS– viene precedida de unos versos del poeta sevillano que anticipan unos poemas cercanos al desarraigo, a la dificultad de superar el peso de los recuerdos, omnipresentes cada una de las vivencias del presente. La poeta se lamenta en el primer poema del panorama monótono que contempla desde su ventana –“Qué vacíos se quedan los paisajes”– y evoca con nostalgia en el poema “Costumbre” los momentos en que fue feliz: “Es difícil vivir en una casa / donde se fue feliz. / La costumbre es un lobo / que aúlla en el silencio / recordando que un día / tú / aquí / fuiste feliz”. Una felicidad que busca una tregua en el fluir del tiempo –“Busco algún tiempo inmóvil”– y que alienta el deseo de que algunos días acaben cuanto antes, como expresa en el poema otoñal “A veces me convierto en hojas secas”. La música de la película El ángel azul de Von Sternberg y el eco sugerente de un Adagio de Albinoni en una calle céntrica en pleno invierno madrileño nos acercan a ese músico ambulante que “pone banda sonora a la tristeza”.
La parte más profunda, cercana y vivencial es PERPETUAR LA MEMORIA, inspirada en una cita del cantautor y poeta aragonés José Antonio Labordeta. Los poemas que se agrupan bajo este marbete, hablan de las vivencias del pasado, plasmadas con acierto en el poema “Otros sabrán de mí”, dedicado a su madre y en “Crónica de estos años”, como homenaje a su padre ausente y presente cada día más en su corazón: “Qué podría decirte si ahora regresaras”. Esa ausencia definitiva es como una herida –“…amo desesperadamente / esta herida en el pecho / que el tiempo me ha dejado”– que se manifiesta también en el recuerdo de su abuela –“Carpe diem”– y en la evocación literaria del fusilamiento de Federico García Lorca en el poema “Nos dicen”, precedido de un verso de Antonio Machado: “Se le vio, caminando entre fusiles”. Vuelve a sumergirse Marina en el paisaje otoñal, con la metáfora de las hojas muertas –“Vimos pasar el tiempo / con su disfraz crujiente de hojas muertas”– y culmina sus reflexiones y vivencias con el poema “Meditación para el final del día” en el que el silencio y el crepúsculo invitan a huir de los gritos de la ciudad con el pasaporte de la nostalgia, tan bien expresado en este verso con una sugerente aliteración: “siembran nostalgias los viejos soñadores”.
Cualquier lector con sensibilidad disfrutará con la lectura de estos versos que llegan hasta lo más profundo del alma e invitan a sublimar e idealizar el pasado. Un poemario imprescindible para los amantes de la poesía profunda y reflexiva.
José María Ariño Colás
Doctor en Filología Hispánica
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