REVISTA CULTURAL BLANCO SOBRE NEGRO


 

Música

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Hasta Siempre, Ángel por Enrique Jaraba

Pasado el ecuador del festival, el pasado día 8 de julio, la ciudad de Córdoba por fin le rendía un homenaje a uno de sus músicos más entrañables. Estoy hablando de nuestro querido y añorado Ángel Molina, maestro de maestros de las seis cuerdas que nos dejó tristemente a principios de este año de manera repentina.

La mitad de los guitarristas y músicos de esta ciudad, tanto profesionales como aficionados, no serían lo que hoy son si no hubieran pasado por las manos generosas de aquel funcionario de Hacienda con alma de músico. Fue él quien fundó la primera Escuela de Músicos de Córdoba, llamada ¨El Gato¨, huyendo de los encorsetamientos y la férrea disciplina que por entonces atenazaban al conservatorio de nuestra ciudad. Fue él quien les dio libertad creativa a sus discípulos y fue él, también, el fundador de bandas imprescindibles en el jazz y blues de esta ciudad (Jazzpacho, Al Raso o Jaramago). Creo, sinceramente que la cultura de esta ciudad se siente mucho más sola desde que se fue.

Fue Rosa Villalón, su amiga más íntima, la encargada de presentar el espectáculo y de hacer una semblanza de nuestro querido Ángel.

A un escenario presidido por una gran pantalla que proyectaba fotografías de la vida del músico cordobés, ya pasadas las diez de la noche, abrían la sesión  Al Raso, una de las bandas fundadas por nuestro amigo de entre sus alumnos, como escuela y laboratorio del jazz más puro. Su momento más emotivo fue la interpretación que hicieron de ¨Fly me to the moon¨, con una exquisita limpieza en el sonido y en la ejecución del tema. 

Tras media hora de disfrute con Al Raso, fue el turno de Jazzpacho, grupo fundado por Ángel en los años 90, su proyecto más longevo y prolífico.

Juan López ¨Picoleto¨, al piano; José Manuel Fernández, al saxo; ¨Jhonny¨ Blanco, al bajo; Rafa Giovanetti ¨Giova¨, a la percusión y Antonio Jiménez ¨Chino¨, a la batería, salieron de su letargo por un rato para celebrar la música y la vida de su colega, con Germán Muñoz, uno de sus alumnos más aventajados, en la tarea de suplir al maestro a la guitarra (menuda papeleta le tocó al pobre).

Su momento álgido fue la interpretación del tema ¨Querido Pat¨ un sentido homenaje a Pat Metheny, guitarrista fetiche para Ángel y que la banda siempre tocaba en sus conciertos.

El colofón al homenaje a nuestro querido amigo corrió a cargo de Pablo Salinas, un auténtico monstruo de las seis cuerdas y multiinstrumentista, que tras toda una carrera compartiendo escenarios con los mejores (Leo Brower, Serrat o Ara Malikian), ha decidido afincarse en nuestra ciudad para seguir creando.

Con su orquesta de guitarras eléctricas y bajo el nombre de ¨Sinfonity en la ciudad de las guitarras¨, el genio de Madrid acompañado de otros ocho guitarristas hizo un recorrido por clásicos imprescindibles de la música como Guillermo Tell de Rosinni, el invierno y el verano de las Cuatro Estaciones de Vivaldi o Cavalleria rusticana de Pietro Mascagni.

Tras los clásicos, llegó el momento más ecléctico de la noche con versiones de bandas sonoras como Blade Runner, Star Trek, E.T. o Star Wars.

La noche y el homenaje lo cerraron con la compañía de los alumnos del seminario de guitarra dirigido por Salinas dentro de la parte formativa de nuestro festival.

¿Lo positivo? El homenaje a nuestro querido Ángel Molina y el amor que destilaron todos los que pasaron por el escenario de la Axerquía esa noche.

¿Lo negativo? El ver como paulatinamente se iban quedando las gradas vacías tras la marcha de gente a la que parece que le resulta indiferente el trabajo de los demás.