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El uruguayo presentó su primer disco, “Puente Aéreo”, en una Sala Supra abarrotada que lo vio despegar con el corazón en la mano y los pies en el escenario

A veces, los sueños no solo se cumplen: se cantan. Se cantan en escenarios que no existían cuando uno cruzó el océano con una maleta y una guitarra. Se cantan frente a un público que corea tus letras como si fueran propias. Se cantan, sobre todo, desde la verdad.

Eso hizo anoche Lucas Curotto en la Sala Supra de Sevilla, en la primera parada andaluza de su esperada gira Plan de Vuelo Tour, con la que presenta su primer disco, Puente Aéreo. Y sí, fue un despegue. Un despegue emocional, generoso, vibrante. De esos que no necesitan fuegos artificiales para quedarse grabados en la memoria.

Desde que se anunciaron las fechas de esta gira, sus seguidores —muchos de ellos conquistados durante su paso por Operación Triunfo 2023— contaban los días. No era solo un concierto: era el inicio de algo importante. Porque Lucas, más allá del foco televisivo, ha demostrado tener eso que convierte a un artista en algo más que una voz afinada: autenticidad. Y eso fue lo que desbordó cada rincón de la sala durante una noche de casi dos horas.

Nostalgia y comunión

La espera fue amenizada con canciones de One Direction y temas icónicos de OT. Cuando sonaron One Thing o What Makes You Beautiful, la sala vibró en unísono. Era el telón emocional perfecto para lo que vendría después. Sin embargo, el momento clave con la boyband británica llegaría más tarde, de una forma inesperada.

Despegue sin artificios

El show comenzó con Plan suicida, directo y eléctrico, marcando el tono de la noche. “He venido a contar mi historia, y ustedes son parte de ella”, dijo Lucas entre los primeros aplausos. Durante más de hora y media, recorrió los 11 temas de Puente Aéreo, un álbum que narra mucho más que un cambio geográfico: es un viaje interior, una crónica emocional hecha canción.

Con temas como 26 de marzo, Mi maldito ego, Fuiste pa’ mí o Puente Aéreo, Lucas tejió un relato íntimo, compartiendo cada verso como quien entrega una carta sin sobre. Las canciones transitaban entre el pop melódico y un rock suave con toques confesionales. Todo con una sensibilidad que traspasaba.

El instante mágico: One Direction y una pancarta

Fue justo a mitad del concierto cuando se produjo uno de esos momentos que no se olvidan. Una fan levantó una pancarta que decía: “¿Nos cantas Night Changes?”, y Lucas, lejos de pasar de largo, la leyó desde el escenario, sonrió y dijo: “¿Ahora? ¿De verdad quieren llorar ya?”. La respuesta fue un grito unánime.

Sin más, pidió a la banda que bajara el volumen y, acompañado solo por su guitarra, interpretó un fragmento de la balada de One Direction que marcó a toda una generación. Fue íntimo, inesperado y profundamente sentido. El público lo acompañó palabra por palabra. No fue un cover: fue un regalo.

Un vuelo con escalas en los recuerdos

Hubo más momentos acústicos, como cuando bajó del escenario con su guitarrista Maximiliano Calvo para interpretar Perreo bonito, Mariposa Technicolor y Todo se transforma, canciones que han influido su forma de entender la música. Fue un bloque sin ornamentos, puro, casi como un ensayo entre amigos, pero con cientos de testigos emocionados.

Cada gesto, cada agradecimiento, cada silencio entre canciones hablaba del respeto mutuo entre Lucas y su público. “Hace tres años vine a España con una maleta y muchas dudas. Hoy estoy aquí, y eso es gracias a ustedes”, dijo. No fue una frase hecha. Se le quebró la voz al decirlo.

El momento más íntimo: Causa perdida

El broche de oro fue Causa perdida, una carta emocional a su yo del pasado. Pero esta vez, no estuvo solo. Las fans organizaron un proyecto sorpresa y, justo al comenzar la canción, decenas de personas alzaron al mismo tiempo fotocopias con mensajes de amor, orgullo y agradecimiento. “Lucas, lo hemos conseguido”, “Gracias por volar con nosotros” o “Siempre a tu lado” eran solo algunos de los textos que emocionaron visiblemente al artista.

Lucas tuvo que hacer una pausa. Sus ojos se veían emocionados, no paró de agradecer a sus seguidoras por ese estremecedor proyecto. Cantó, como quien canta con el alma al desnudo. El público iluminó la sala con las linternas de sus móviles. No hubo bises, ni necesidad de más. Fue un cierre perfecto: sincero, emotivo, inolvidable.

Más que un debut

Plan de Vuelo Tour no es solo una gira: es la validación de un camino. De un artista que no teme mostrarse vulnerable. De un joven que canta lo que siente y lo que vivió, y que encuentra eco en cientos de personas que sienten que su historia también les pertenece.

Lucas Curotto no viene, ni va: ya está. Y Sevilla fue testigo de su primer gran vuelo. Uno en el que no hay turbulencias, porque el piloto lleva el corazón en la cabina.

Y lo mejor de todo… es que esto apenas empieza.

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