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REVISTA CULTURAL BLANCO SOBRE NEGRO


 

El "mundillo" del arte de la banana pegada con cinta de 120 mil dólares ni lo registro

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El pintor y escultor Franco Arisco (Buenos Aires, 1993) nos cuenta acerca de sus comienzos en el mundo de la pintura y escultura, habla de su proceso creativo, de los recursos que utiliza y cuáles son sus influencias para consumar sus expresiones. Además, realiza una crítica al arte postmoderno.

Franco se autodefine como un pintor en aprendizaje constante, un escultor esporádico. Es obrero de la construcción, trabajo que sin duda considera, va de la mano de lo artístico. Afirma, que aquel oficio se relaciona directamente con la manera en que produce arte: reside en resolver, crear; y ése "resolver" consiste en buscar todo aquello que se tenga al alance para la creación.

El pintor, Influenciado en gran parte por el movimiento expresionista, aprovecha los descartes de las obras en construcción para llevar a cabo sus obras e incluso en muchos casos, aquellos desechos ajenos cumplen también la función de ser los soportes donde pinta: “la manera en que pinto o hago otras cosas es siempre así, con lo que tengo a mano y a las patadas, si cuesta se disfruta más, tampoco el desorden de fantasía de algunos "artistas" que andan todos manchados por la vida (innecesario)”.

Los volquetes son para él, una suerte de cofre precioso del que nadie se percata, donde abundan los recursos necesarios para poder lograr sus producciones artísticas: “Nunca compre un lienzo, una tela, siempre sobre tablas, maderas que encuentro por la calle, me llama la atención la facilidad con que la gente se deshace de las cosas, a mí me sirve, yo las reutilizo, -sigan tirando cosas-“.

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Sus obras, hechas con materiales reciclados, tal como lo hacía el pintor y muralista argentino Antonio Berni en numerosos trabajos, es lo que lo hace especial, sin embargo, lo que realmente resalta su impronta, son sus pinturas, que generan un inevitable impacto visual inquietante, por lo crudo de las imágenes que se manifiestan en ella, es sin duda, una estética que roza una realidad deformada, sumergida en las trasfiguraciones del inframundo latente y del dolor. “Aún no he encontrado el por qué la mayoría de mis pinturas o esculturas incluyen rostros, he realizado algún otro tipo de trabajo, pero o vuelca nuevamente en un rostro o queda en el camino, el que llega a destino, generalmente me disgusta”.

Sostiene que hablar de la inspiración es cosa rara, ya que existe una situación, emoción, recuerdo, ni concepto por parte de las esculturas que realiza: “Es más bien la forma del objeto que uno encuentra e intenta encastrarlo en otro para darle alguna forma. Creo que la inspiración es eso: la forma, la posición. En la pintura es cuestión de hojear una que otra revista tirada, por ahí imitar una postura por pequeños instantes, luego es un desvarío total que termina ajeno a la figura original. Últimamente esos rostros se están desvirtuando cada vez más. Sin muchas vueltas”.

Así mismo, asegura que no quiere decir nada con sus trabajos, y sobre esto, nos comenta: “Es solo el hecho de hacer y que cada uno saque sus propias conclusiones, no le doy muchas vueltas. Creo que estuve un tanto ligado a la cuestión artística desde siempre, ya desde chico recuerdo el dibujar / pintar, armar y desarmar por pura curiosidad, no estudié nada relacionado a las artes plásticas más que hacer garabatos en primaria, incursioné un tanto en la música, pero no me llevó a ningún lado (o no lo tomé muy enserio). A la pintura le di más relevancia llegada la adultez”.
Su proceso de creación es inmediato, un vómito, un instante entre la arcada y lo que expulsa, si comienza alguna pintura la termina el mismo día, sin demorar más que algunas horas, la observa, la vuelve a mirar, la arruina, la arregla, y cuando ya más es menos, la da por concluida.

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Ya finalizando la nota, el artista reflexiona sobre el arte postmoderno, y hace la siguiente apreciación: “Al mundillo del arte de la banana pegada con cinta de 120 mil dólares ni lo registro, o de la salpicadura de pintura en un lienzo a modo de abstracción no lo comprendo ni pretendo hacerlo. Hay demasiada justificación por lo que veo últimamente, el adorno exagerado con palabras, a una mancha en una tela. El tazón con fruta es un tazón con fruta. Así me consideraría en el arte, es lo que es, que cada uno saque sus propias conclusiones”.

Para aquellas personas interesadas en las producciones del artista, pueden apreciar y adquirir sus obras de arte a través de su IG: @variedadesdelarisco

Por Pablo Andrés Rial