REVISTA CULTURAL BLANCO SOBRE NEGRO


 

Música

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Calamaro destila en Córdoba su brutal honestidad musical

No sé si era el mejor día para que el maestro de Buenos Aires llegara a la ciudad de la Mezquita. Ni viernes, ni sábado y media ciudad terminando de ver a su Córdoba CF jugarse un ascenso y la otra de resaca de la “Noche Blanca del Flamenco”. Y mientras los promotores parece que desconociendo todo esto. El caso es que desde la pista donde yo me ubicaba parecía haber media entrada pero todas las fuentes indican que fue algo menos. ¿Vaso medio vacío o medio lleno?. En Málaga, sin ir más lejos, un sold out en el teatro Cervantes supondría repetir entrada y allí no lo considerarán un fracaso de público.

Dicho esto, Andrés se presentó con algunos cambios en su formación respecto a sus últimas giras, repitiendo con Germán Wiedemer a los teclados y Julian Kanevsky a una de las tres guitarras que traía, junto a Bryan Figueroa y el propio Andrés. Sí, he dicho bien, tres guitarras, son muchas guitarras y es que Calamaro en esta ocasión estuvo más con el instrumento de las seis cuerdas que a las teclas, a las que iba ocasionalmente.

La banda sonó potente y cristalina, igual que la voz de Andrés. Hubo una buena toma de sonido durante el concierto que ayudaba a disfrutar y entender cada frase del poeta Calamaro. Porque lo que se celebra en esta gira es  nada menos que el 25 aniversario del álbum que catapultó al exíto de crítica y público al artista argentino, “Honestidad Brutal” del que sonaron hasta 15 temas de los 21 en total que salieron del escenario. Allí sonaron clásicos de los directos como “Los aviones”, “Te quiero igual”, “Mujer mundial” o “Paloma”, pero lo más interesante era revisitar muchas de las gemas del disco y que quedaron olvidadas en sus conciertos, tales como “Eclipsado”, “Son las 9”, “No tan Buenos Aires” (fragmento) o “Victoria y Soledad”. Este disco es tan excesivo que incluso en una gira dedicada al mismo no cupieron el clásico y manido (quizás por eso no la interpretó),  “Maradona” u otras joyas desconocidas como “Negrita”. Sea como fuere, y aunque Andrés se cercioró de algo menos público de lo habitual, he de decir que fue el concierto en Córdoba en el que estuvo más cariñoso con la ciudad. “Tocando en presencia de Vicente Amigo y en memoria de Manolete”, decía, así como “Córdoba preciosa” y besando suelo cordobés en el escenario hasta en dos ocasiones. El respetable, al ser un concierto obligatoriamente sentado, quizás estuvo algo más frío que en otras comparecencias, cosa que el artista reprobó a la seguridad, cuando se levantaban de sus asientos y se acercaban más al escenario de lo permitido. Esto llegó a un punto especialmente crítico cuando el propio Andrés se acercó a los espectadores a darles la mano, desafiando las actitudes impetuosas de quienes se encargaban de lo contrario. En un momento dado dijo: “Sólo es una chica que se está acercando” con gestos de indignación.

Atrás quedan esos conciertos de dos horas muy intensos en la interpretación y actitudes. El actual Andrés Calamaro  bebe agua durante los recitales, se le nota concentrado y cuidando los detalles suyos y de su banda, pero en honor a la verdad, se haya perdido quizás algo de esa egolatría que lo hacía más imprevisible e impetuoso en los escenarios. Supongo que los años tampoco pasan en balde.

Un concierto de Andrés siempre es sinónimo de desparrame de buen rock, frases dignas de pertenecer al refranero popular y de ser difícil no despegar los pies del suelo. Esa música se vive y se respira, se siente y te evade de los problemas reales. Es la magia de este arte, que cuando es tan bueno,  sólo deseas que nunca termine.

Sin embargo, todo en esta vida acaba en algún momento. Añadió seis temas más al concierto de otros discos, en el que sonaron entre otros su inmortal “Flaca” (da igual cuantas veces te lo machaquen en la radio que misteriosamente uno nunca se cansa de escucharla), “Cuando no estás” y ya en los bises “Crímenes perfectos” y “Alta suciedad” en la que desataron toda la furia que llevaban dentro los músicos de la banda.

Andrés, eres el “No va más”.  “Cuando te conocí” ya “Fui tuyo siempre”. “Cuando no estás” “Más duele”, pero aunque no vuelvas “Te quiero igual”.

Por Di Bermón