Miscelánea In memoriam de Carlos Ruíz Padilla,
Augusto Conde de Casa-Padilla
Ya no cruzaré más el puente de la Soberana
para besar la danza de abanicos,
que dibujaban tus dedos azucena
en el lienzo de tus versos,
que nacían de la purpurina
de tus brujas venas,
ni el perfume a jazmín eucarístico de Arfe,
será custodia de amores
que sobre paganos mármoles derramabas.
Corazón acariciado
por la flecha mística de un ángel,
que quebrantaba madrugadas,
y saltaba el aro que reflejaban
las santas sombras de la Justa y la Rufina
en la Sierpes de original pecado,
entre sones de campana embriagada
y música de cerrojos,
de una despensa de palacio
que renta de amores encarcelaba.
Ya no derramarás tinta púrpura
sobre pechos desnudos
que alumbran poemas, artes y primaveras,
entre las vísceras del amor fugado,
entre el tiempo y esas ciudades
que sin tú saberlo viudas con pensión,
para siempre, has dejado,
cuando el amor te prohibían
y tú al censor, con poesía burlabas.
Tirana y déspota, regidora de Andalucía,
de Murillo y de Velázquez,
Sevilla fue tu amante entre cante,
coplas y azahares,
¡que sería de ti, Sevilla,
sin la gitana alegría de Triana!
Y esa Córdoba, lejana y sola,
que Federico al jinete cantaba,
“besada por el río de los ángeles”,
rosa, nardo y clavel,
caricias de las manos de tu regia,
celestial y amada madre,
hiladas de desventura de un sastre,
que fabricaba tu jaula de pescante.
Y Granada, bajo ramas de verde olivo,
granos de amor, y navajas de sueños,
desde el Sacromonte te clavaba.
Y en las torres y los molinos de Málaga,
el arcángel blande espada,
entre la sal y la biznaga,
bajo las palomas de Picasso,
que la corona de tu condado azul y argento,
en Villa Marina peinaban.
Y Umbrete, derramando vino por el Aljarafe,
y Cádiz de Pepa y libertad,
amores cortados a tajo de Ronda,
Rocíos de pasiones almonteñas,
y tantas teselas bizantinas,
sobre la inmortal geografía
que tu augusto recuerdo,
de torso itálico y guirnaldas romanas,
sobre hojas de almanaque navegaba.
Ya ni Pablo desde su patio en flor,
te regala moradas y azules primaveras,
ni Miguel Del Moral desde su balcón.
ni Solano, navegando sobre el marfil
de la cola de tu piano,
ni las penas y alegrías del amor
por Rafael de León cantadas,
ni Vicente Núñez desde “el Tuta”,
ni esos cuadernos de Roldán
con sus noches del baratillo,
seguirán sonando a poesía profana,
y vaciarán, por ti, las plumas
toda su tinta oro y grana.
Y la paloma herida de amor de Dios,
dejará de posarse sobre el laurel
triunfal del Gran Capitán,
para cantarte maitines
cuando en el reloj abrías la ventana,
y el Moriles y Montilla,
desterrado ya de tu copa cautiva,
se ha ido de las tabernas al cielo,
para esperarte en la gloria eterna
de un verso.
Y las Camachas de Munda,
juegan contigo a las cuatro esquinas,
deshojando margaritas de amor y poesía;
“me quiere o no me quiere”
esa es tu rapsodia noche y día.
Y te quiso en su eternidad y plenitud
el sol y la luna de Ánimas,
y la Blanca Paloma, que en tu corazón anidaba,
las hispalenses y bellas Esperanzas,
y el Ángel de la Salud, que a una cruz se abrazaba,
la luz de mi Virgen Candelaria,
y la Encarnación, patrona de Aznalcázar,
que ahora es la eterna morada que te aguarda.
Y te quisieron los amores
que en tus poemas cantabas,
y las musas, que el dosel de tu sueño velaban,
las alfareras de Triana,
los peregrinos del camino,
los poetas, los toreros y las gitanas.
La Canina amante cerró tus ojos
en primavera,
cuando Andalucía hierve,
entre jaculatorias marianas,
en ese mes salesiano de mayo,
donde María Auxiliadora
riega las macetas de geranios,
y un ángel de Liébana venencia,
mientras Pablo, poeta rociero, termina su tapiz,
mientras los pájaros cantan…