XLI
El otoño azulado,
la verde primavera
de nuestra juventud.
Otoño verdecido y clareado
que como el tronco
viejo de sus ramas
a nuestra vida
el alma le ha robado.
Otoño, que de risas
y lamentos,
detrás de cada hoja
peregrina
esconde del deseo
nuestras vidas.
El otoño que cubrió
nuestra esperanza
y a la vida
despojó de nuestra farsa.
XLII
Sentí mi corazón
derrotado en el fango
perder su esplendor
y naufragar amargo
hasta su perdición.
Muerto y esperando
La funesta hora
de su entierro vano.
Sentí a mi alma
perder su encanto,
huérfana mi vida
de cariño humano.
XLIII
Es algo tan grandioso
el amor que yo siento,
tu, vuelves a mis brazos.
y yo, a soñar sin miedo.
Podré besar tus ojos
y tu a mirar mi pelo
y te diré en un beso:
“Te quiero, amor eterno”.
XLIV
Sé hablar al corazón,
sé hacer poesía.
Se divisar un cielo
plagado de luceros
y hablarles al oído
como hablándole
a un muerto.
Sé mirar las estrellas,
la Luna, el firmamento
y sé soñar. Es fácil.
Con cerrar los ojos,
ilusiono y sueño.
Soñar es vivir
el momento eterno
sin pies en el mundo,
quebrando los miedos.
Soñar es morir
como mueren muertos
y nacer de nuevo
a un misterio eterno.
XLV
Separa el silencio
los cuerpos del sino.
Separa azulino
sendero y camino
y cruza desiertos
de glaciares vivos.
Silencio que mata,
es voz del destino
o voz de memoria
que en gloria da gritos.
XLVI
Yo sé que tú me engañas,
no es difícil saberlo,
saber que yo lo ignoro
tu sueñas en secreto.
Yo conozco tu risa
y leo el pensamiento.
Yo sé que soy la otra,
la que antepone al miedo,
la que siempre te quiso
y te perdió en silencio.
Yo soy la que acaricias
y a quien dices te quiero
pero ella tiene algo
que igualarla, no puedo.
Ella tiene la risa,
yo sólo tu silencio
y mil palabras dulces…,
una mano…, y un beso.
Yo sé que soy la otra,
la que guarda el recuerdo,
la que tiene en su cama
una canción y un beso,
la que siempre destierra
la palabra de celo
y te guarda fielmente,
aún sin tu merecerlo.
Yo sé que tu me quieres,
yo por ti doy mi cielo
pero debe haber algo
que te aleja y te pierdo.
Yo sé que tu me engañas,
ya ni me quedan celos,
quizás es que estoy muerta
u olvidarte, no puedo.
XLVII
He dormido en silencio
sin saber si el Sol
nacería en la aurora,
si la flor se abriría
o si el campo
hablaría a las rosas.
En silencio dormí
y la vida escapó
a no venir.
En silencio al amor
en mi alma
entre gritos y llantos
he visto morir.
XLVIII
Cuando busque una estrella,
allá en el firmamento,
no habrá fuego en el cielo
ni ardor en mi destierro.
No estarás a mi lado
y el tiempo será eterno.
Las arrugas del viento
unirán nuestro encuentro
enlazando el destino
y mi alma a tu recuerdo.
XLIX
Sé buscar una estrella
en la mar o en el cielo.
Cuando vea su fulgor
allá en el universo
le daré mi mensaje
de amor y de tormento.
La besaré a lo lejos
y la querré en silencio
porque esa estrella amiga
Eres tu,
tu, que has vuelto.
L
Va la vida sonriendo
y sorteando esperanzas.
Esperanza de verte un día,
aquí, a mi lado.
De ver la primavera
y tu boca en mi mano.
Van vidas a tropel,
a compás de guitarras
fingiendo en precipicio
sin saber dónde andan.
Vidas en delirio,
morid encadenadas,
chorreando de sangre
y llorando a mansalva.
Vidas en peligro,
bebed de aquella jarra
y colmaos sedientas
de ilusión y esperanza.
LI
Tengo miedo,
un terror que me invade
y me espanta.
La oscura noche
despliega su manto
y el miedo aparece
como un ave en la mañana.
Se precipita el día
hasta llegar el alba
y el corazón me late
a fuerte desbandada.
Tengo miedo,
horror que me invade,
un horror que
nunca he tenido.
¡Siempre dejé
el terror a mi espalda!.
El terror de unirme
a tu alma.
Quiero que el viento
nos lleve
pero el viento
nos mata y alarma,
hipertrofia el sentido
despierto y me deja
a las puertas del ansia.
LII
La mente olvida el espíritu
y puede olvidar nuestra alma.
Hasta olvidar que respira,
hasta que muere y que cambia,
hasta que sufre y que piensa,
que contradice y exalta
y se antepone al dinero,
al sentimiento o al alma.
La mente, ¡cómo olvidarlo!,
la tirana y la que engaña,
la que maldice mi llanto
y sonríe a mi venganza.
¡Oh, mente, ya te he vencido,
aunque he muerto en la batalla
pero aprende, fría amiga,
que tu miedo, ya no engaña.
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