REVISTA CULTURAL BLANCO SOBRE NEGRO


 

Featured

El rincón de El León de las Cavernas... María de Zayas y Sotomayor

Nace y fue bautizada en la parroquia de San Sebastián en Madrid el 12 de septiembre de 1590; sus padres pertenecían a la baja nobleza: Fernando de Zayas y Sotomayor y María Catalina de Barrasa. Él era capitán de infantería y en 1628 obtuvo el hábito de la Orden de Santiago. Durante los años 1610 y 1616 el padre de María residió en Nápoles y allí estuvo al servicio de uno de los personajes de la época, del cual se desconoce el nombre. Fernando de Zayas y Sotomayor fue el mayordomo del virrey Pedro Fernández de Castro VII, quien es el conde de Lemos. Es por ello que lo más probable es que María junto al resto de su familia se trasladaran a Nápoles para acompañar a su padre. Esto se nota en los escritos de María, ya que en estos se aprecian verdaderamente que conoce el lugar y sabe como desenvolver a los personajes de una manera sencilla; y eso solo se consigue mediante el conocimiento preciso del lugar.

A su vuelta a Madrid después de que viviera en Nápoles, heredó la imprenta de su tía, la cual se encontraba en Madrid. A pesar de que en aquella época se comenzaban a dar más mujeres en la escritura y en ese mundo, pero en su caso no estuvo bien vista, ya que no era lo común que una mujer realizara esas tareas por si sola.

Tuvo amistad con la también escritora Ana Caro de Mallén, con quien se especula pudo residir en Madrid, esta escritora de dirigía a María como Sibila Montuana. Aparte de su amistad con la escritora anterior, también fue relacionada con Diego de Montalbán y en Apolo de Lope de Vega fue nombrada por este.

Durante los años 1625 y 1635 fueron suspendidas la impresión de sus obras por la Junta de Reformación, es por ello que no podía imprimir y publicar sus obras en Madrid, es decir, que este veto de la Junta de Reformación solo afectaba al Reino de Castilla. Por lo que eso implicaba que en el Reino de Aragón podía seguir imprimiendo y publicando sus obras libremente. Es por ese motivo que residió durante un tiempo en Zaragoza (allí conocería al impresor Pérez Montalbán), siendo allí donde publicó la primera parte de sus Novelas ejemplares y amorosas (1637); diez años después, en Madrid, se publicó Parte segunda del sarao y entretenimiento honesto (desengaños amorosos) siendo la segunda parte de la publicada en 1637 y en este caso contiene la obra 20 novelas más. Fue en 1647 que fue cuando su veto se disolvió y pudo volver a su ciudad natal. También es posible que residiera en alguna ocasión en Sevilla o Granada, o incluso en Barcelona, según Kenneth Brown, pues este encontró alusiones a la autora en el Vexamen de 15 de marzo de 1643 del poeta barcelonés Francesc Fontanella, así que es muy posible que residiera allí en 1643. Otros datos relativos a la reimpresión de algunas de sus obras le llevan a afirmar que, o bien regresó a Barcelona hacia 1647, o bien nunca se marchó de allí.[3]​ También es dudoso pero aun así es importante de añadir que algunas obras de María de Zayas fueron traducidas a otros idiomas europeos, lo que daría aun más prestigio a nuestra escritora.

Los restantes datos son aún más dudosos y se fundan en las presuntas alusiones autobiográficas de los textos publicados por la autora, con particular predilección por su feminismo, que es completamente real y cierto. Un feminismo premoderno, como solo era posible entonces. Unos deducen que lo impulsa un mero desengaño personal y se trata de simple antimachismo, y otros, más centrados en la genealogía del feminismo, señalan su denuncia de la opresión que sufren las mujeres y del trato que reciben por parte de los hombres.

Como lo último que se conoce de la autora es que tiene en duda la fecha de su muerte, pero con la fecha que se ha dado es la del 17 de enero de 1653. Esta fecha se data debido a que en una carta que se encontró años después se dice en esta que falleció aquel día.

En 2019 se publicó un estudio firmado por Rosa Navarro Durán donde afirma que la autora es solo un heterónimo de Alonso Castillo Solórzano. Esta hipótesis, sin embargo, ha sido rechazada por otros investigadores, como José Manuel Fradejas, a través de un análisis estilométrico concluyente de la obra de la autora en comparación con textos de Castillo Solórzano.

La primera parte de sus Novelas amorosas y ejemplares o Decamerón español (Zaragoza, 1637) está formada por diez novelas cortesanas en que analiza los estratos sociales superiores de su época, con visible influencia de Miguel de Cervantes.

Del Decamerón de Giovanni Boccaccio toma la fórmula del marco narrativo: la reunión por culpa de una enfermedad (en vez de la peste, unas cuartanas de Lisis) de unos personajes que, a lo largo de cinco noches narran en cada una de ellas dos novelas de gran crudeza.

Frente a otros novelistas contemporáneos, no pretende exhibir su ingenio cortesano complicando el estilo con expansiones y ornamentos culteranos, ni se hace pasar por moralista sermoneando a la manera de Mateo Alemán: le interesan más la amenidad narrativa y la descripción psicológica de los personajes y de los ambientes en que se mueven. Además, hay un fuerte componente de denuncia social: su revelación de injusticias indignantes reflejan una fuerte independencia y un recio orgullo femenino, sin ahorrar crudeza en las escenas escabrosas. Además refleja como nadie los efectos demoledores y opresivos de la pasión.

La segunda serie lleva el título de Novelas y saraos (Barcelona, 1647) y Parte segunda del Sarao y entretenimientos honestos (1649), reeditados bajo el título de Desengaños amorosos. Solo se diferencia de la primera en que aumenta la truculencia y escabrosidad de los argumentos, habiendo sido por ello considerada la pionera de la literatura de terror española.

No son testimonios suficientes para hacerse una idea de a qué grado habría podido llegar su teatro ni sobre todo su poesía, pues temas tan baladíes como los de circunstancias vedan la conjetura. El valor esencial de Zayas se centra en la fuerza de sus creaciones narrativas y su flexible prosa, absolutamente libre de los usuales elementos morales que lastran a los demás novelistas de su época, con el solo precedente de Miguel de Cervantes, de forma que se le puede llamar con justicia la segunda mejor narradora "pura" de su época en frescura y novedad, y como el gran alcalaíno no tendrá tampoco epígonos. De su época extrae el gusto morboso por la violencia, la crueldad, la magia y los encantamientos, pero se separa de ella en la interpretación moral que hace de los hechos y que en ella no es tanto moraleja como el escarmiento derivado de los hechos mismos. Este distanciamiento, y sus virtudes de escritora, constituyen lo sustancial de su eficacia literaria.

Se aproxima a veces a la narrativa picaresca con una crudeza que no desmerece del Buscón de Quevedo; tampoco queda atrás cuando cultiva el género de la novela bizantina cervantesca en La fuerza del amor o El prevenido engañado. Pero quizás lo que más sorprende en ella es la insólita desenvoltura con que se comportan los personajes femeninos en el aspecto sexual y amatorio: desde la que persigue a un hombre que ve por el balcón hasta la que guarda un amante negro en el establo hasta devorarlo sexualmente «antes de infinitos adulterios». No en vano, en el siglo XVIII la Inquisición prohibió reimprimir sus novelas.

Aunque hay mujeres que terminan mal por la liberalidad con que se entregan, no son todas. Es también notable cuán poco contemplan su decoro personal o familiar cuando siguen sus impulsos, que es casi siempre: sus personajes son absolutamente pasionales. Al hilo de diálogos sobre los distintos narradores en torno a la discreta Lisis, María de Zayas critica (con la misma libertad que muestran sus personajes) todas las ideas de la época sobre la honra y la virtud que, en su opinión, tanto perjudicaban a las mujeres. Así, en una frase que recuerda las de sor Juana Inés de la Cruz, dice Lisis a un galán que proclamaba su deseo de encontrar mujer tonta y honrada:

«Y ¿cómo sabrá ser honrada la que no sabe en qué consiste el serlo?»

De la burla picaresca abonada al tremendismo en la primera serie novelesca pasa en la segunda al motivo barroco por excelencia: el desengaño, que expresa a veces la injusta burla de las mujeres por los hombres y otras refleja una frustración casi metafísica por la imposibilidad de que los sexos puedan vivir lealmente y en armonía: tan distintas son las fuerzas que los gobiernan. En La esclava de su amante, La inocencia castigada, El verdugo de su esposa o Mal presagio casar lejos existe una pura fatalidad, un hado siniestro que domina las vicisitudes amorosas. De la carcajada en El castigo de la miseria se pasa a la honda melancolía y pesar de Estragos que causa el vicio, última narración y despedida aparente de la autora. No hay dignidad en el amor:

Lisis entra en un convento al final de las novelas y por ello muchos de sus críticos y editores han supuesto que ese fue el destino último de doña María de Zayas. Azorín se la imaginaba en una buhardilla madrileña, mirando los tejados lluviosos y los gatos vagabundos.

El estilo de María de Zayas rehúye los excesos retóricos propios del culteranismo, tal como declara en la última novela de Desengaños amorosos:

Yo, como no traigo propósito de canonizarme por bien entendida sino por buena desengañadora, es lo cierto que ni en lo hablado ni en lo que hablaré he buscado razones retóricas ni cultas porque, demás de ser un lenguaje que con extremo aborrezco, querría que me entendiesen todos: el culto y el lego [...] Y así he procurado hablar en el idioma que mi natural me enseña y deprendí de mis padres, que, lo demás, es una sofistería en que han dado los escritores por diferenciarse de los demás y dicen a veces cosas que ellos mismos no las entienden. ¿Cómo las entenderán los demás sino en diciendo (como algunas veces me ha sucedido a mí) que, cansado el sentido por saber qué quiere decir, y no sacando fruto de mi fatiga, digo: "Muy bueno debe de ser, pues que yo no lo entiendo".

Compuso además una comedia, La traición en la amistad, y se conservan algunas poesías suyas en diversas antologías (Botello, Montalbán, Cuevas, Del Castillo) así como en la Fama Póstuma donde Juan Pérez de Montalban recogió elogios del mundo de la cultura al recién fallecido fénix Lope de Vega. La comedia La traición en la amistad existe hoy en diferentes versiones modernas: la edición de Manuel Serrano y Sanz; la edición de Alessandra Melloni; la edición de Felicidad González Santamera y Fernando Doménech; la edición de Teresa Scott Soufas; la edición de Valerie Hegstrom.

Últimas Noticias Literatura