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Cristina García Rodero y la España Oculta (y afortunadamente desaparecida)

Cristina García Rodero (Puertollano, 1949) es la gran dama de la fotografía española, que admiramos quienes amamos el arte que comenzara en la década de 1820 con Joseph Nicéphore Niépce.

Sus primeras obras aparecen en los concursos universitarios a finales de los años sesenta, cuando estudiaba la Licenciatura en Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid.

Es en 1973 cuando se plantea la tarea de fotografiar costumbres y fiestas por toda España, para lo que recibe una beca de la Fundación Juan March que supone el nacimiento de una magnífica carrera fotográfica que, por fortuna para nosotros, todavía continúa. En 1989, el amplio archivo fotográfico generado al calor de ese proyecto fotográfico, ve la luz en forma de libro que recoge algunas de sus mejores fotografías obtenidas en ese periplo nacional.

Precisamente ahora, que se cumple el 50 aniversario del recorrido que captó una España desconocida, se presenta en el Círculo de Bellas Artes, en Madrid, CRISTINA GARCÍA RODERO. ESPAÑA OCULTA, una exposición en la que se recogen las 152 fotografías que forman parte de aquel proyecto, además de una nueva edición del mítico libro, con algunas variaciones respecto al original y que ha editado ella misma.

“Yo era alguien que creyó en si misma sin saber de lo que era capaz ni a donde podía llegar. Pero por el camino me apoyó la Fundación Juan March cuando tenía 23 años”, ha explicado la fotógrafa.

Con la beca de creación artística de la Fundación March se compró su primera cámara, una Asahi Pentax de 35 mm, que le permitió ir por todos los rincones del país. Y también un coche, en el que pudo meter un colchón de gomaespuma, para poder dormir en alguna gasolinera o en alguna plaza recorriendo aquellas carreteras miserables.

“Fue encontrarme sola ante una España desconocida en la que yo quería entrar en sus entrañas y dar a conocer. Entonces se daba una imagen de España centrada en Sevilla, los Sanfermines, las “fiestas de primavera”, la que el Estado quería, para los turistas, pero se dejaban cosas infinitamente más interesantes”.

“He partido de cero. Con el desprecio y no aprecio sobre mi persona. Me han llamado de todo”. Porque ella iba a los bares, donde solo acudían los hombres, a pedir información. Preguntaba incansablemente para saber más de aquellas fiestas y contó con el apoyo de las telefonistas rurales o de las mayordomas de las cofradías.

“Y me abrieron sus casas. Encontré una España de puertas abiertas, de gente que no había salido al extranjero más que para emigrar y trabajar”. Aunque también le tocó lidiar con “los osos que se creían atractivos, los listos, los borrachitos, los solos que no tenían dueño”.

Dice Cristina García Rodero “intenté fotografiar el alma misteriosa, verdadera y mágica de la España popular, con su pasión, el amor, el humor, la ternura, la rabia, el dolor, con su verdad; y los momentos más intensos y plenos en la vida de los personajes, tan simples como irresistibles, con toda su fuerza interior, en un desafío personal que me dio fuerza y comprensión y en el que invertí todo mi corazón”.

Y realmente Cristina consiguió el objetivo, pero si alguien piensa que la muestra expone una España bucólica y almibarada se llevará una gran decepción. Las fotografías están ejecutadas con maestría, con el grado necesario de iluminación, bien encuadradas y mejor compuestas. Pero el papel fotográfico muestra una España zafia, pacata y tercermundista. No son fotografías agradables, ya se trate de un carnaval, una procesión, un entierro o una boda. Cristina García Rodero inmortalizó para siempre una España llena de carcundia, machismo, represión y miseria. Afortunadamente ya desaparecida.

La exposición es comisariada por la propia Cristina García Rodero que sobre eso declara: “Me he hecho comisaria porque no me da la gana que, con todo lo que he luchado, nadie me toquetee mis fotos y les dé un sentido que no es el que yo le he querido dar. Y editora, por circunstancias de la vida”.

Las magníficas 152 fotografías de Cristina tienen un “plus”, que puede pasar desapercibido si no atendemos al detalle: están excelentemente positivadas y ampliadas. Y ello no es una cuestión aleatoria, es el fruto del trabajo de Juan Manuel Castro Prieto, que además de ser un gran fotógrafo español con una amplia carrera artística, ha sido y todavía es, el positivador de los/as grandes fotógrafos/as de España. En esa tarea de positivar las fotografías de García Rodero, también ha partido Miguel Ángel Jorquera.

La exposición se puede ver en la sala Picasso del Círculo de Bellas Artes hasta el 18 de agosto, luego viajará durante dos años a distintas instituciones, y así se podrá ver en el Centro Cultural La Malagueta de la Diputación de Málaga, en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca y en el Museu Fundación Juan March de Palma.

Por Pepe González Arenas