Muy complicada se nos antoja en estos tiempos de incertidumbre post pandémica toda labor que suponga un devenir cultural, un luchar en la primera línea del apoyo, promoción y divulgación de cualquiera de las múltiples vías que suponen las Artes.
La sociedad, a nivel mundial, está en proceso de un gran cambio y, es por ello, que el Arte no queda a un lado, debiendo afrontar nuevos retos y desafíos que unidos a la cada vez más incipiente digitalización de nuestras vidas supone un gran hándicap “adaptacional” para todo creador.
Cuán importante es en estos días contar con apoyo para procesar o asimilar este gran devenir, este saber llevar con acierto el lema Darwiniano de “adaptarse o morir”.
La Asociación Española de Pintores y Escultores nos cumple en estos días 115 años, ciento quince primaveras en las que el esfuerzo por constatar la importancia de una sociedad que valore en su justa medida a sus creadores o artistas no ha sido tarea fácil.
Creada por iniciativa de Eduardo Chicharro, con el apoyo del escultor Miguel Blay y del pintor Cecilio Pla, el Acta Fundacional recoge nombres tan importantes en el panorama artístico español como son entre otros Joaquin Sorolla, Ricardo Baroja, José Pinazo, Jose Mª Lopez Mezquita, José Moreno Carbonero, Antonio Muñoz Degrain, Aureliano de Beruete, Joaquin Zuloaga,…
Reseñar, ni que decir tiene, la importancia del arte no sólo en adultos sino como elemento fundamental en el proceso madurativo de los niños, en su desarrollo educacional y, por tanto, en la creación de una futura sociedad con valores bien asentados.
El mérito no ha sido otro que el constante afianzar proyectos tan conocidos como el Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, el Salón de Otoño, el de Arte Abstracto y un largo etc., más bien larguísimo, ya que he de reconocer que hasta no entrar en la familia AEPE no he vislumbrado, ni en el mejor de los sueños para un artista plástico, la cantidad de proyectos que no sólo se sacan adelante cada año sino que a su vez apoyan y promueven dando carácter relevante a sus asociados aunque las muestras, propósitos o presentaciones de los mismos sean ajenos a la entidad.
Pocas instituciones públicas o privadas desarrollan una labor tan completa y, por supuesto, esta labor no sale de la nada, tiene nombres propios sin cuya constancia, esfuerzo, dedicación y sobre todo, y es lo que más me gusta, nervio, nada sería posible.
Un equipo, me atrevería a decir que perfecto, compuesto en su base por todas y cada una de las personas que llevan trámites, web, la renombrada Gaceta de Bellas Artes y un largo etc., la Directiva, y al pié del cañón nunca mejor dicho, la Secretaria General Doña Mª Dolores Barreda y su Presidente D. José Gabriel Astudillo.
A día de hoy todavía me sorprende la capacidad organizativa de la AEPE y por tanto el amplio espectro de actividades que desarrolla y artistas a los que ayuda, apoya o simplemente aconseja. Qué mayor logro que el de observar, constatar y resolver las necesidades de tu gremio.
Decía mi admirado Andy Warhol que "La idea no es vivir para siempre, la idea es crear algo que sí lo haga" y, sin lugar a dudas, esto es lo que llega a mi pensamiento cada vez que alguien nombra a la AEPE, una asociación creada por artistas para artistas con la sana intención de perdurar en el apoyo y lucha en lo que de sentido y necesidad tiene educar en lo artístico, en lo que de sentido y necesidad tiene el Arte en sí.
Francisco Arroyo Ceballos
Delegado de la AEPE en Córdoba
De la Asociación Española e internacional de Críticos de Arte AECA/AICA