
El destino conjuró los elementos necesarios
En el momento de mi nacimiento
Y me habituó a vivir en la
Abundancia y la felicidad. Por
Mucho tiempo la realidad fue
Sólo la realidad que me envolvía,
Y la vida, únicamente, la que yo
Conocí. Jamás supe de tristeza o
Desencanto hasta aquel terrible
Día en que se me agotó la suerte
Y el destino se enfrentó contra mí.
Yo, que nací para triunfar, me vi
Empujada, inesperadamente, por la
Fuerza de los acontecimientos que
Cayeron sobre mí, deshaciéndose
Así la dulce visión con la que fui
Acunada, la que idílicamente me
Acompañó en la adolescencia, la
Que me dejó asustada y sola frente
Al primer golpe de fría madurez.
Ese primer golpe de nueva realidad
Supuso el inicio de una
Larga ruta de sufrimiento que
Comenzó con la pérdida de la
Amiga más querida. A pesar del
Afecto que nos unió a ambas, de
Las confidencias en los buenos
Y malos tiempos, a pesar de los
Sueños y del profundo afecto
Con el que parecíamos haber
Construido una hermandad
Imperecedera, alimentada poco
A poco, e hilvanada entre libros
Y confidencias desde el Instituto
A la Universidad, a pesar de
Haber delimitado una ruta de
Amor invisible desde su alma a
La mía para evitar abandonos o
Desfallecimientos en tiempos de
Naufragio, muy a pesar mío y de
Todas aquellas circunstancias
Que nos convertían en inseparables,
Algo terminó por distanciarnos.
Nos extraviamos mutuamente
Sin saber por qué ni cuándo. Su
Inicial alejamiento fue socavando
Mi ánimo, su vida se fue alejando
De la mía y a mí, la perplejidad
Que me causó el dolor de ver
Cómo ella dejaba de ser mi amiga
Inseparable, me fue enquistando
Aquel desconocido y primerizo
Dolor que ya había empezado a
Aparecerme por el alma. Aquella
Devoción fraternal, a pesar de mi
Lucha por no perder a la amiga,
Con el paso del tiempo se acabó
Adormilando, sin saber, aún hoy,
El mal que causó aquella dolorosa
Lejanía. Sufrí intensamente el
Hueco de aquella triste ausencia,
¡cómo se me heló el ánimo!.
Aquello fue hace mucho tiempo.
Debió ocurrir cuando aún creía en
La eternidad de los sentimientos
Humanos. Se me fue un pedazo
De alma con aquella inolvidable
Amiga de adolescencia… a la que,
Aún hoy, en días de melancolía,
Recuerdo…, sin embargo, a pesar de
Ese hondo dolor, y a pesar de la falta
De su amistad, yo, seguí viviendo.
C.T.C
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